lunes, 11 de febrero de 2013

De Retazos. (1979 - 1988)


 

De noche se ve algo más
en el silencioso espejo de las estrellas


Sin dormir palpo de nuevo las piedras
Alguien las tatuó para que el sol sin término pudiera contemplarlas
Gimo, sollozo
No importan las razones
ni las ganas siquiera
de que llores conmigo
Tanta oscuridad ahuyenta los luceros


Puedes acompañarme
                     Llevaré mis hojas más blancas,
negrísimas profundidades
y haré míos tus abismos


Esas piedras marcadas nos acolcharán



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Soy                                                yos oN
                                
                           ola,
                          agua,
                          gota

Soy                                                  yos oN

                         burbuja,
                            ola,
                           agua,
                           gota

Soy                                                   yos oN

                         burbuja,
                            ola,
                           agua,
                           gota
                         espuma

Soy                                                   yos oN





        en este mar tempestuoso de la vida



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La fogata

Arden fuegos extraños. Mi rostro resplandece. Acuden a mi memoria recuerdos inapropiados. Lucho. Crece exasperadamente mi inquietud. ¡Ni siquiera la tibia lumbre me sosiega! Los árboles consumen, en exceso, oscuridad. Siguen los pensamientos extraños. Parecen llamaradas tristes. Las miro. La noche se desgaja impenitente en mil ruidos. Crece mi horror. La ciudad está lejos.


Soy noche
Soy fuego
Soy tierra
Soy yo


Crepitan con fuerza los troncos. Al consumirse mi epitafio será escrito con pútridas cenizas. Lo sé. Lo estoy pensando.



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Manchas oscuras
salpican los ratos de ocio


Manchas oscuras
perturban la (falsa, impuesta) paz


Manchas oscuras
chorrean estrellas




pero me manchan
        me ensucian



……………………………..



Fuiste                                                           eres


tierra






Tu sombra es polvo

      polvo soy



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Dolor de un dolor


Para Héctor Hurtado,
en la infinita noche de Caracas


A poca distancia de la alcoba,
te invadían
porque eran también tuyos
el dolor, la enfermedad,
aquel sutil, inefable desprecio,
que no sabes cómo definir,
exacta
    debidamente


Deshecha la cerca
la distancia
que un día ambos pusieron
para que en el jardín de su madre
crecieran las rosas,
vestida ahora de pétalo la espina,
tu presencia a ratos se perfumaba
allí donde apenas tus párpados
        pudieron si acaso posarse alguna vez


Tu pecho fuerte
   tu alma
      tu coraje
         que tan vasto juzgabas
 todo te parecía un         
       e   s   p  e   j   i   s  mo


Ahora lo ves sencillo
    simple
como si un ángel hubiera hecho quizás un milagro



Recuerdas lo que nadie quiere imaginar
y sonríes
Imaginas lo que nadie quiere recordar
y sonríes
Aunque sientes ganas de llorar,
         ese jadeo próximo
 ese dolor
        que sólo tú sabes
te invita a tomar un poco de aire


y nada más



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Ansias de viaje


Parado en la terraza de un aeropuerto
sueñas aviones soñadores
voces extrañas que no entiendes
gestos, miradas, largas caminatas
             por jardines de ensueño


Un hombre con maletín
mujeres con abrigos
niños sin juguetes
te hacen volar
al instante


Es otra vida
otra existencia
más dichosa
        la única posible
    sin la odiosa cara de tu vecina


No lo entiende el profesor de química
ni tu padre enfurecido por el examen
No lo entienden tus amigos


Eres la tarde detenida de junio
un color mortecino que se difumina

Amanece
la noche de tu vida
en medio de otras luces
Serás estatua
y plomo que se derrite
Olerás el frío,
tomarás tu abrigo
y el parque solitario

anidará en ti



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Joseantoniana


Buscaba con afán ciego las formas múltiples del fuego creador. Derretía en ello las fuerzas últimas de mis acendradas pupilas. Ansiaba puntos tal vez irreverentes de huera claridad. Soñaba. Presentía incólumes rendijas de mortecinos soles. Tal vez me orientaran. Como voces etéreas podrían enseñarme olvidados caminos. Vampíricas sombras me rodeaban. Cubrían el incierto y anfractuoso paisaje. La fría tierra exhalaba vahos negros. Me lo decían el olfato infalible, el insomne tacto incluso. Caminé un poco más. Ya estaba extenuado. Transpiraba en mi delirio afanoso luces imaginarias, quimeras acuáticas en desiertos eternos. Soñaba miríadas insustanciales de cálida luz. El agobiante panorama, empero, resultaba negro, como afiebrado amanecer imposible. Mis melifluos ojos ya atrofiados soñaban posibles huellas en esos inexplorados caminos. Me interrogaba de continuo. Hubiera pernoctado en algún paraje luminoso. Seguía. No debía detenerme. Una fuerza invisible, intangible, me impedía volver atrás. Daba estruendosos alaridos. Otrora hubieran atrofiado mi débil garganta. Llamaba ingenuo a otro Prometeo libérrimo. Grité muchas inútiles veces. Sentía la disminución absoluta del eco imposible, la fuerza cansina de mis palabras inaudibles. El portón más grande de la abrumadora impotencia estaba de continuo abierto. Perdí toda minúscula fuerza. La sudorosa pero entumecida piel me engañaba. Vahos gélidos salían de las presumibles entrañas sulfurosas de la confusa tierra. Mis ojos desprevenidos nada veían. Flotaba en los brazos blanquecinos de una imprecisa doncella de pálido rostro. Éramos evanescentes sombras. Apenas tenía una vaga idea de mí mismo. Soy quizá un montón informe de nebulosa materia me reprochaba. Estaba en el vasto país de las sombras eternas.


(imitación de José Antonio Ramos Sucre)



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Oración de un poeta


No sé si de nuevo te niegue,
            Señor


Pero si lo hago,
oh, Verbo,
Señor de los sonidos
y las palabras,
          Señor de la brisa que entona cantos


quítame la expresión indigna,
  el sentimiento vil,
la más baja, la última de las pasiones,


anúlame la lengua,
olvídame los recuerdos,
cállame las malvadas inquietudes,
muéreme lo humano del alma


y dame tus sinónimos,
divino, perfumado, sublime
      verdadero
  Poeta



viernes, 1 de febrero de 2013



De Sueño que nunca llega






Hubo una voz fuerte

y recia.

Una voz

con potencia.

Una voz

que aniquila

y

nombra la muerte



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Si acaso oigo una voz,

diré que oí mil.

Si acaso oigo una voz,

diré que fue tu voz.

Si acaso oigo una voz,

te llamaré “Voz”.

Si acaso oigo una voz,

diré que fue el preludio

de todas las voces.




..........................



Me persigue una voz,

             una voz,

            una voz…

Me persigue una voz

de seres

antagónicos.




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Quiero una voz de otoño

y otra de invierno.

Quiero una voz

que cubra

la desnudez

de mis otras voces.




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Soy

en cada hoja que nace de nuevo,

en cada gota que rehace el milagro,

en cada nube que mancha el cielo,

en cada rostro repetido por la angustia.

Soy

en mi cuerpo obstinado,

en tu rostro absurdo,

en tu memoria vaga,

en los recuerdos inútiles.

Soy

en cada verso de piedra,

en cada palabra dicha al azar,

en cada ejercicio de olvido,

en cada flor marchita.

Pero,

soy,

también,

en cada amanecer de Dios.




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Hubo una noche

de verdes

artificiales

y lejanos.

Una noche

en que mi piel

se desgarró

en la tuya,

nuestros cuerpos

se olvidaron

y nuestros seres

de barro y polvo

se fueron a dormir.

Hubo una noche

y…




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Paso las hojas

una a una

y veo que hay

páginas en blanco



Son también

páginas de mi vida.




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Porque cada noche

al acostarme,

siento sed.

Porque cada mañana,

al levantarme,

estoy aún sediento.

Porque a mediodía

y en la tarde

ya me es imposible

calmar la sed.

Porque,

Señor, recuerda,

no puedo

beber en las cloacas.